Peticiones administrativas Un acto de fe

Lo que podría haber sido la panacea para los contadores, se ha convertido en una maratón, cuyos perdedores son las pymes y los contribuyentes.

Hijas de la pandemia, las peticiones administrativas trasladaron al Servicio de Impuestos Internos a nuestro celular, al alcance de la mano. Se terminaron las carreras antes de las dos de la tarde, y las solicitudes encontraron un solo conducto de comunicación. Sin embargo, lo que prometía ser el cielo de los contadores, comenzó a transformarse en un infierno de incertidumbres.

Sí, son interminables 109 materias que deben recorrerse ansiosamente hasta encontrar la que se ajusta a la petición o, de lo contrario, encajarla donde se pueda. Luego, esta solicitud puede ser condicionada, rechazada, aceptada o sencillamente se cierra sin ninguna explicación. En otras ocasiones, la respuesta no tiene relación con la consulta, por lo que se debe iniciar un nuevo proceso de comunicación que puede tener el mismo resultado, es decir, ninguno.

A este círculo vicioso también se suma la Mesa de Ayuda que, lejos de prestar asistencia, invita a realizar una nueva petición administrativa.

Por otro lado, las inconsistencias derivadas de los choques de la propia legislación tributaria en el caso de las Declaraciones Juradas y los códigos del Formulario N° 22, derivan en bloqueos y retenciones de devoluciones al contribuyente, el mismo que pagó su impuesto de Primera Categoría en el plazo legal, muchas veces postergando pagos de proveedores e inversiones, y considerando que en la mayoría de las pymes el flujo de efectivo es acotado, con plazos de pagos de sus clientes en 30, 60 o hasta 90 días, y con dificultades de todo tipo.

Finalmente, tenemos al contador, encargado de realizar el trabajo de manera cuidadosa y cumpliendo con la ley, quien muchas veces se entera de esta situación injusta por medio un correo electrónico que llega directamente al contribuyente, enviado por el Servicio de Impuestos Internos de manera muy eficiente y oportuna, mermando la confianza entre nuestros profesionales y sus clientes por un error informático del cual mínimo deberían sacar un comunicado de disculpas hacia los contribuyentes con la misma eficiencia que llegan las observaciones y la invitación a trabajar juntos sin contador.

Es indiscutible que la automatización es un fenómeno inevitable en todos los trabajos, por lo que, obviamente, el sector público debiese ser pionero en la modernización, cruce de información entre servicios y control. Además, acto seguido de cualquier error en el sistema, el contacto directo del fiscalizador con el contribuyente debiese ser expedito en la búsqueda de soluciones.

“En este sentido, el Colegio de Contadores de Chile A. G. una vez más visualiza estas falencias del sistema y se ofrece para encontrar la salida en conjunto con las autoridades, trabajando por mejorar la calidad de vida de todos los chilenos simplificando estos procesos desde una mirada técnica y profesional.  Y, por supuesto, esperamos que no siga pasando lo mismo de cada año, no llega el acuerdo, no está la solución, y seguimos en la misma sala de espera”, puntualiza Verónica Silva Rojas, presidenta del Consejo Regional Valparaíso de la entidad colegiada.